pumkin spice en otoño y otros rituales modernos del consumo
¿Cuáles son los rituales de la sociedad a la que pertenecemos hoy?
Nuestra sociedad está llena de rituales, prácticas que repetimos una y otra vez, acciones que tienen un significado mucho más profundo de lo que aparentan.
Quizás los antropólogos coincidan conmigo, pero incluso si no, estoy convencida de que son los rituales los que nos hacen humanos, las acciones simples, pero cargadas de significado que le dan sentido a nuestro mundo.
Nos inventamos velorios y canciones para darle sentido a la muerte (acaso hay algo más incomprensible que eso). Nos vestimos de blanco y caminamos por un pasillo lleno de flores, para demostrar nuestro compromiso y amor.
Para todas esas cosas que no podemos explicar con palabras existe un ritual.
Seguimos haciendo rituales, incluso cuando han perdido todo el sentido.
Cocinamos pavo para celebrar el nacimiento de alguien en quien no pensamos el resto del año. Nos reunimos a atiborrarnos de uvas un día cualquiera porque a alguien se le ocurrió que el año terminaba justo ahí.
Los rituales han estado siempre al centro de todas las culturas, dándole forma a la sociedad, reforzando los valores que se quieren transmitir a las siguientes generaciones y estableciendo los límites de todo aquello que no estará permitido.
Los rituales vuelven tangibles las distintas las maneras de sentir y pensar que tienen todos los grupos humanos.
¿Cuáles son los rituales de la sociedad a la que pertenecemos hoy?


"La digitalización ha vaciado los rituales de su poder simbólico, convirtiéndolos en actos de consumo emocional. Sin misterio ni silencio, la sociedad cae en un éxtasis vacío, donde lo real ya no se experimenta, solo se exhibe."
-Byung-Chul Han
Hoy todo aquello que no se exhibe parecen no tener significado.
Cumplir años sin tener una fiesta estéticamente placentera no tiene sentido, comprometerse sin subir exactamente el mismo carrusel de fotos que el resto del mundo carece de importancia.
Tener un asenso en el trabajo es banal si no lo redactas en LinkedIn. Incluso desintoxicarse de la vida digital no tiene sentido si no haces un video de YouTube al respecto.
La foto de Kendall Jenner leyendo sobre un camastro desata una conversación muy interesante: leer como un acto performativo, no por gusto ni por placer, sino porque me vean leer.
Exhibir el ritual parece tener incluso más sentido que hacerlo.
¿Cuántas cosas he vivido pensando en la historia de Instagram que iba a subir después? Cientos. Porque nuestra vida se ha vuelto performativa. Es más importante performarla que vivirla. Porque mostrarlo es ahora la única manera de pertenecer.
Ahora la carga simbólica relevante ya no esta detrás de unas palabras al rededor del fuego, está detrás de una manzana mordida y el logo de un café que, al parecer, es una sirena.
Los ritos de paso ya no son experiencias que inviten a la reflexión, son eventos masivos, instagrameables. Es incluso la posibilidad de comprarse una casa o los jeans de cierta marca.
El significado de esos objetos trasciende la utilidad para comenzar a significar otra cosa: la pertenencia a un grupo específico, a ese que se puede permitir el consumo.
En la sociedad capitalista, los rituales se han adaptado a la lógica del consumo y la productividad.
De las cápsulas de Nespresso al iPhone nuevo, de las rutinas de self-care con cientos de productos, a los bruch con platos impresionantes.
¡Por Dios tenemos días específicos marcados para celebrar el consumo! (así o más ritualizado).
Necesitamos nuevos rituales, unos menos exhibicionistas.


Rituales que no continúen reforzando las mismas jerarquías de poder, unos en los que podamos construirnos de diferentes maneras. Donde tu consumo no determine tu pertenencia.
Rituales donde quepamos todos, incluso los que tenemos sueños distintos, sueños que se escapan de la ambición y la productividad. Donde haya también espacio para el silencio.
Me gusta pensar que re-imaginar rituales es un buen comienzo para comenzar a crear un mundo distinto.
Mientras escribía esto, me preguntaba: y llegado el momento, ¿quiero anunciar mi compromiso? ¿Llamar a mis amigas por videollamada y tomarle una captura de pantalla?
Y está bien, queremos hacer que al resto del mundo sea partícipe de nuestras vidas; es normal querer pertenecer en un mundo que constantemente nos hace sentir inadecuados.
Simplemente, creo que, si nunca me caso, ni doy un babyshower ¿bajo qué pretexto puedo reunir a todos mis seres queridos con esa formalidad y disfrute que caracteriza las grandes bodas?
Mis amigos suspenden compromisos y ahorran durante un año para poder asistir, ¿si hago un bookshower vendrán? ¿Un tequio para construir mi casa? Graduarse, casarse, tener hijos, esta muy bien celebrarlo.
¿Pero para el resto de nosotros, qué hitos de la vida elegiremos para celebrar?